Romántica, esa es la palabra exacta para describir París. El ambiente histórico y bohemio embriaga sus calles y ofrecen al turista una experiencia única. Se necesitan varios días para poder ver al menos lo imprescindible, aunque de vez en cuando una escapada de fin de semana para respirar ese ambiente, no tiene precio.
La primera parada tiene que ser en el monumento más visitado y símbolo de la ciudad del Sena, la Torre Eiffel. No pases la oportunidad de subir a ella porque las vistas son espectaculares. La segunda parada obligatoria es Notre Dame, una catedral de estilo gótico y la más famosa de París.
El Palacio de Versalles necesita una mención especial. Está reconocido como Patrimonio de la Humanidad y tanto el palacio en sí, como los jardines que lo rodean, son de dimensiones enormes. Los museos y jardines son otro de los puntos fuertes de la capital francesa. El conocidísimo Louvre es el museo más visitado y en él se pueden encontrar algunas de las obras de arte más importantes del mundo. Los jardines de Luxemburgo son muy conocidos y uno de los más bonitos de París.
Y es que parece la ciudad perfecta. Su gastronomía es deliciosa. Platos muy elaborados, cientos de variedades de quesos y unos dulces exquisitos, hacen que comer allí sea inolvidable. En toda la ciudad puedes encontrar desde los más selectos y caros restaurantes, a menús muy baratos para los bolsillos más ajustados.
Por último y no menos importante, tenemos el paraíso infantil por excelencia: Disneyland París. Son múltiples las ofertas que se pueden encontrar para pasar unos días en la ciudad de los sueños y el parque también cuenta con hoteles en el interior para que sea más cómoda la estancia si se viaja con los niños.
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